15 Jan
15Jan

A veces, las personas (o los mismos traductores) se preguntan qué necesita un buen traductor para realizar su trabajo. 

Hay elementos de los que los traductores no podemos prescindir de ninguna manera, como un ordenador, una conexión rápida, diccionarios, glosarios, herramientas TAO... 

Sin embargo, es necesario precisar que cada traductor cuenta con un innumerable conjunto de cositas que le permiten "sobrevivir" el día, y hacen que el trabajo sea aún más agradable. 

Veamos juntos lo que no puede faltar nunca en el escritorio de un traductor.

1) Antes de todo, un escritorio muy grande que tenga un espacio enorme donde poder apoyar cómodamente todo lo que necesites durante tu actividad (ordenador/es, pantallas, teclados, diccionarios, manuales, libros, papeles, etc.). 

2) Una silla profesional muy cómoda que permita mantener tu cuerpo en una postura adecuada durante muchas horas, hasta días, ya que, en cuanto traductor autónomo, vivirás, comerás y dormirás en tu lugar de trabajo. 

3) Suelo ajedrezado, por si necesitas algo que mirar para descansar la vista y prevenir la fatiga por la visión de 17329868 palabras por minuto. 

4) Todo un conjunto de bolígrafos, lápices, rotuladores y, para los más atrevidos, notas adhesivas de miles de colores (y brillibrilli), para recordar, cada segundo de tu vida, todas las cosas que tendrías que hacer y que no harás nunca.

5) Una taza de té verde medio vacía, que se quedará allí durante días, meses, años... El té verde, por lo menos, te dará la ilusión de cuidar de la celulitis y la hidratación.

6) La pila de libros que nunca leerás, a la que se irán añadiendo otros, fruto del hambre de libros que te come por dentro entrando en cada librería. No te preocupes, allí se quedarán todos, mirándote, y haciéndote sentir cada día más culpable. De todos modos, siempre podrás usarlos como posavasos para tus tazas de té. 

7) Una regleta, para poder enchufar hasta los cables de tu cerebro cuando ya estará hecho un lío.

8) Un búho, tan solitario, gruñón, nocturno... En fin, tu espíritu animal y única compañía. 

9) Una plantita, que te dé la ilusión de una mínima presencia natural en tu entorno y que pueda satisfacer las ganas de irse a dar un paseo por el parque (porque no señor, no tendrás ni el tiempo, ni las fuerzas).

10) Pinceles de diferentes tamaños para recordarte que si quieres abandonar tu carrera profesional como traductor, siempre podrás dedicarte a la pintura.

11) Una concha, fundamental en verano para no olvidar que la mayoría de tus amigos y conocidos (buena parte de la población mundial, en realidad) está pasando sus vacaciones en la playa, entre un chapuzón en el agua fresquita y un mojito en un chiringuito junto a la orilla, mientras tú estás pegado a la silla de tu habitación, llorando, con 50 grados a la sombra. Como alternativa al chapuzón en el mar, puedes llenar un cubo de lágrimas, con las que refrescarte de vez en cuando. En las situaciones más difíciles, puedes dibujar una cruz roja en la concha y pedirle ayuda a Santiago Apóstol.

12) El pañuelo de la abuela, para secarte el sudor (y las lágrimas). 

13) Para los más valientes, o simplemente los que se han resignado a pagar 300 € de gastos mensuales de electricidad, un ventilador. Este te permitirá sostituir el horno estático por la modalidad horno ventilado


A pesar de todo, el del traductor es el trabajo más bonito de todos, y no lo cambiaría por nada en el mundo. 

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